Un nuevo oasis laboral para la mujer marroquí | NTT DATA

ma., 26 marzo 2019

Un nuevo oasis laboral para la mujer marroquí

En Marruecos, hasta hace pocos años, las mujeres estaban condicionadas por dos eventos que han coronado sus vidas: el matrimonio y la maternidad. Tradicionalmente, estos escenarios han sido sus fuentes únicas de reconocimiento social.

Este cambio de mentalidad ha sido posible gracias al notable aumento de mujeres licenciadas en todas las especialidades, incluso en las áreas científico-tecnológicas. Según los últimos datos, por ejemplo, un 42% de nuestro personal en everis Tetuán son mujeres.

Aunque ningún observatorio puede confirmar la proporción de mujeres en el ámbito tecnológico, a nivel de proveedores de tecnología (editores de software, etc.), la horquilla está entre el 25% y el 30%. En everis Tetuán superamos este porcentaje y la tendencia no para de crecer. Es cierto que aún hay que mejorar estos ratios pero también es un hecho que la mujer marroquí está de facto en el corazón del sector IT.  

El abanico de oportunidades para el talento femenino dentro del sector es amplio, sin embargo, las mujeres son desafiadas constantemente en los círculos profesionales. El mayor obstáculo emerge en la gestión del tiempo que limita a las madres (lejos de sus hijos y con horarios poco flexibles) en sus aspiraciones profesionales.

En everis Tetuán somos conscientes de que esta realidad que puede llegar a condicionar al 50% de la población activa. Por eso, nos hemos comprometido después de una profunda reflexión, a facilitar la proyección del talento femenino repensando nuevos modelos de colaboración más flexibles. 

 

Modelos que rompen esquemas

Si echo la vista atrás veo a una niña curiosa, inquieta e interesada en todo lo que lleva cables. Cuando era pequeña jugaba a arreglar todos los radiocasetes rotos de la casa. Era la “manitas” y, a día de hoy sigo siéndolo, incluso me atrevo con la electricidad básica...

A los 18 años y con mi bachillerato en la rama de ciencias experimentales bajo el brazo, me resigné a estudiar Física en la facultad de ciencias de Granada, al no ser aceptada en ninguna escuela de ingeniería de Marruecos. Al mismo tiempo, me matriculé en la única academia que daba clases de informática. Estas clases me abrieron la mente, mostrándome una realidad de la que tiempo después sería protagonista. Aquello sucedió en los 90, época de cintas y disquetes.

Con mi diploma en la mano, me trasladé a Granada, donde me matriculé en informática para cumplir mi sueño de ser ingeniera. Allí pude darme cuenta de que en España la realidad no era muy diferente. Los datos hablaban; de los 100 alumnos matriculados, 15 éramos mujeres y sólo 7 terminaron el primer curso académico.

En España pude vivir el despegue tecnológico, el efecto 2000, el cambio de la peseta al euro, etc. Aquellos fueron momentos muy interesantes en los que pude aportar mi granito de arena, desarrollando y adaptando aplicativos, impulsando el cambio.

Tras mi experiencia como becaria, me trasladé a Madrid donde trabajé como consultora en el Área de Servicios Sociales del Ayuntamiento. Esta etapa de mi vida duró 6 años y en ella tuve la oportunidad de reunirme con altos cargos. Curiosamente, las mujeres eran las dueñas de todo el conocimiento funcional, mientras que el tecnológico era patente del círculo masculino.

Después de 22 años viviendo en España, volví a Marruecos con la oportunidad de trabajar en everis Tetuán, donde ¡la mitad de la plantilla está formada por mujeres! En Marruecos la mujer tecnóloga es tenaz, responsable y con gran arraigo a su zona de origen. Con toda probabilidad esto sucede porque, desde niñas, las mujeres ayudan a sus madres con las tareas del hogar; están educadas en el cuidado de su familia. En definitiva, son las que dominan la ingeniería doméstica y, a ratos de 8 horas, lo compaginan con su trabajo fuera de casa para el que están cualificadas.

Confío en que entre todos sigamos fomentando esta tendencia. Por ello, hay que educar a las niñas en el ámbito STEM y empujarlas a llegar tan lejos como ellas quieran.


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