Estar al tanto de la regulación supone un reto que muchas veces exige procesar un volumen cada vez mayor de información. Afortunadamente, la proliferación de la regulación es seguida por importantes avances tecnológicos.
Herramientas como servicios en la nube e inteligencia artificial son capaces de organizar y supervisar enormes cantidades de información, lo cual contribuye a la eficacia del sector al liberar recursos que pueden ser empleados en usos más productivos. Asimismo, favorece también a elevar el nivel de calidad de las prácticas de supervisión, que se benefician de una información más homogénea, detallada y fiel y que ganan también en eficiencia operativa.
Con los abundantes cambios regulatorios en todo el mundo como telón de fondo, la UE ha adoptado una postura interesante digna de mención. El Mecanismo Único de Supervisión (MUS), el Mecanismo Único de Resolución (MUR) y la Autoridad Bancaria Europea (EBA,) establecen parámetros supervisión así como sus interrelaciones con la transformación tecnológica tal como se explica en el informe conjunto elaborado en 2018 por everis y la IE Law School, "Tecnología en banca: la oportunidad para cumplir y competir".
Modelo de negocio tras la crisis
Superada la crisis financiera, se han implementado medidas de recuperación que han resultado en mejores niveles de solvencia y liquidez. No obstante, si analizamos la rentabilidad de los recursos propios (ROE) de los bancos de la UE (que en 2018 ascendieron al 6,6 %, en comparación con el 10 % en 2007), veremos que los bancos de la UE siguen teniendo dificultades para recuperarse. (https://eba.europa.eu/)
El modelo de negocio es uno de los cuatro aspectos del proceso de revisión y evaluación supervisora (PRES) que ha permitido examinar a las entidades financieras al medir y clasificar en función de requerimientos de capital y liquidez. Con el objetivo de que las pruebas funcionen, los bancos recurren a la tecnología para proporcionar anualmente a los organismos supervisores datos completos y correctos que indiquen cuáles son las expectativas de las entidades de cara al futuro.
Disminuir riesgo de crédito a través de la gestión de riesgos
El aspecto más importante de la gestión de riesgos es el incremento del riesgo de crédito tras la crisis en relación con los préstamos improductivos o impagados los cuales representan el 4 % de la totalidad de los préstamos en la UE, que indica que los bancos deben realizar más esfuerzos para bajar esa cifra.
Existe un efecto tecnológico inherente que se produce con la disminución de esas cifras; en el caso que nos ocupa, el sistema no solo tiene que clasificar correctamente los NPL, sino que también ha de responder a las nuevas obligaciones de elaboración de informes. El efecto de dicha demanda perjudica a aquellas entidades que hasta ahora no habían clasificado correctamente los NPL. Ahora se recomienda mantener datos conforme a nuevos indicadores (por ejemplo, tasa de morosidad reincidente o tasa de redefault), lo cual quiere decir que habrá que almacenar datos adicionales.
Cuando abordamos el riesgo de crédito, cobra protagonismo el impago. En ausencia de regulación en dicha materia, la EBA ha elaborado directrices que exigen que los sistemas operativos contengan información más detallada. En lugar de calcular la morosidad teniendo en consideración el plazo de pagos pendientes (método que se utilizaba anteriormente), en 2020 las obligaciones de crédito habrán de evaluarse diariamente.
El aspecto clave para los organismos supervisores a la hora de abordar la gestión de riesgos consiste en eliminar la posibilidad de que haya datos falsos, algo que se producía con frecuencia en el pasado. La solución llegó en diciembre de 2017, cuando el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea introdujo cambios en el Acuerdo de Basilea III para limitar el uso de los métodos basados en clasificaciones internas (IRB, por sus siglas en inglés). Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo (BCE) puso en marcha la revisión específica de los modelos internos (TRIM, por sus siglas en inglés), que exigía que las entidades financieras contaran con herramientas para garantizar la calidad de los datos y de los mapas de los sistemas para poder realizar un seguimiento riguroso de la información.
Un test de estrés mejorado a la vez que complicado
En 2018 la EBA realizó pruebas de resistencia en 48 bancos de la UE para proporcionar a los Organismos supervisores y al mercado en general un marco analítico común que permitiera valorar y comparar la capacidad de resistencia de las entidades ante potenciales impactos económicos. Las calificaciones obtenidas se han aplicado al PRES llevado a cabo anualmente por el MUS. La prueba actual exige más datos que nunca, y hace necesario que las entidades financieras inviertan grandes esfuerzos en recursos humanos para organizar información, así como para gestionar la cantidad y la calidad de sus datos. Dicha realidad crea la necesidad de contar con unas herramientas y procedimientos de control avanzados. Esto beneficia no solo a los organismos supervisores, sino también a la propia entidad, en tanto que proporciona a los responsables de las entidades financieras la capacidad de acceder a información que les ayudará a planificarse adecuadamente y a tomar decisiones con conocimiento de causa en el futuro.
Dificultades relacionadas con la elaboración de informes y la solución
La elaboración de informes es complicada en gran parte debido al elevado volumen de información que requiere. Sin embargo, se han ido acometiendo avances para simplificar y normalizar el proceso. Por ejemplo, en 2018 se creó el sistema llamado AnaCredit para llevar registros de los préstamos bancarios, y el Diccionario de Reporting Integrado de los Bancos (BIRD, por sus siglas en inglés) que crea un modelo estandarizado para organizar los depósitos de datos de los bancos y establece un lenguaje común en la transferencia de información de las entidades financieras a los organismos supervisores.
El objetivo es mejorar la eficacia del Marco Europeo de Reporting (ERF, por sus siglas en inglés) al minimizar la duplicidad de información a través de la coordinación en la recopilación de datos solicitados por el BCE y la EBA. Esto se consigue gracias al uso de nuevas tecnologías, especialmente a las distintas técnicas de análisis Big Data.
Estamos siendo testigos de la creación de una regulación normalizada y consolidada que aprovecha las nuevas tecnologías para dar origen a unas entidades financieras eficaces, optimizadas y responsables. Aunque se trata de un viaje complicado lleno de información y cambios regulatorios, la regulación normalizada es un elemento catalizador en la toma de decisiones y vital para dar impulso a toda una serie de cambios positivos para el sector.